Voyager
El muy poco frecuente orden de los planetas Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno en los años 80, hizo posible que las naves espaciales Voyager los visitaran en un lapso de tiempo de 12 años, y no de 30 años como sería en condiciones normales. Estas misiones usaron la gravedad de un planeta para ir a otro, conservando combustible.
Voyager 2 fue lanzado el 20 de agosto de 1977, seguido por Voyager 1 el 5 de septiembre. Las naves se encontraron con Júpiter en 1979, y enviaron fotografías e información de sus muchas lunas. Los científicos aprendieron que la Gran Mancha Roja de Júpiter es realmente es una compleja tormenta, y que una de sus lunas, Io, tiene volcanismo activo. Estos volcanes se deben a extremas deformaciones de marea, causadas por la atracción gravitacional de Júpiter y sus otras lunas sobre Io.
Voyager 1 y 2 continuaron hacia Saturno. Voyager 1 llegó en noviembre de 1980, y Voyager 2 en agosto de 1981. Allí estudiaron la verdadera composición de la atmósfera de Titán, considerada parecida al antigüo medio ambiente de la Tierra. También descubrieron que los anillos de Saturno se formaron de partículas desprendidas de sus lunas, a causa de choques con cometas y meteoros.
Voyager 2 continuó viaje hacia Urano y Neptuno. Nos dio el primer vistazo cercano de los dos planetas, encontrando un campo magnético de forma poco común alrededor de Urano, originado por la inclinación del eje del planeta. Luego Voyager 2 encontró que los vientos más fuertes de nuestro sistema solar se encuentran en Neptuno, y que la Gran Mancha Oscura de Neptuno es en realidad un agujero en su atmósfera.
Las misiones Voyager descubrieron un total de 21 nuevas lunas, y nos enviaron información que ha cambiado el campo de las ciencias espaciales. Las dos naves espaciales ya casi han llegado al límite de nuestro sistema solar, conocido como la heliopausa. Ambas naves continuarán transmitiendo durante otros 20 años, hasta que sus generadores nucleares ya no suministren la energía necesaria.