Óxidos de azufre, dióxido de azufre (SO2) y trióxido de azufre (SO3)
El dióxido de azufre (SO2) y el trióxido de azufre (SO3) son dos compuestos químicos cuyas moléculas están compuestas por un átomo de azufre y varios átomos de oxígeno. Conocidas juntas como óxidos de azufre, estas sustancias son importantes contaminantes atmosféricos. El dióxido de azufre (SO2) es un gas incoloro, denso, tóxico, no inflamable y de fuerte olor. A temperaturas y presiones normales, el trióxido de azufre es un líquido. El trióxido de azufre rico en oxígeno (SO3) es altamente reactivo y se combina rápidamente con gran cantidad de sustancias. De manera natural, los óxidos de azufre están presentes en bajas concentraciones en la atmósfera terrestre y, en cantidades mucho mayores, en los ambientes urbanos contaminados. Entre las fuentes naturales están los volcanes, los océanos, la descomposición biológica y los incendios forestales. El consumo de combustibles fósiles da cuenta del 75 al 80% de la producción humana de óxidos de azufre en el aire. La quema de carbón es responsable de alrededor de la mitad de las emisiones de óxido de azufre que liberamos al aire, en tanto que la de petróleo lo es por el 25 a 30%. La fundición, la producción de ácido sulfúrico, la conversión de pasta celulosa en papel y la incineración de basura son otras fuentes antropogénicas de óxidos de azufre atmosféricos. El dióxido de azufre es en sí un contaminante que causa problemas respiratorios y es especialmente irritante para los pulmones. Los óxidos de azufre son los principales culpables de la producción de lluvia ácida. El dióxido de azufre se oxida, a través de distintos métodos químicos, en trióxido de azufre. Luego, el trióxido de azufre se combina con vapor o gotitas de agua para hacer ácido sulfúrico (H2SO4). El ácido sulfúrico es uno de los ácidos que forman la lluvia ácida. Los científicos calculan que entre 80 a 290 millones de toneladas de óxidos de azufre son liberadas cada año a la atmósfera terrestre por fuentes naturales. Los seres humanos contribuyen anualmente con otras 70 a 100 toneladas. Estados Unidos libera al aire en un año alrededor de 20 millones de toneladas de dióxido de azufre. Como dato de comparación, la extensa erupción del volcán Pinatubo de Filipinas en 1991 liberó entre 15 a 30 millones de toneladas. La mayoría de los combustibles fósiles contienen algo de azufre. Cuando se quema combustible, algunos de los azufres se combinan con oxígeno para generar óxidos de azufre. Los distintos tipos y fuentes de combustibles fósiles tienen distintos niveles de contaminantes de azufre. El petróleo de Medio Oriente presenta un bajo contenido de azufre, en tanto que el que proviene de Venezuela, por ejemplo, tiene una mayor cantidad. El petróleo bajo en azufre se quema de manera más limpia; es por esto que tiene mayor demanda y es más costoso. En EE.UU., la mayor parte del carbón extraído al este del Río Mississippi contiene una cantidad relativamente alta de azufre, en tanto que mucho del de los estados de occidente presenta una menor cantidad. La concentración de dióxido de azufre en el aire limpio es de alrededor 0.01 ppm (partes por millón) o inferior. En un medio ambiente urbano contaminado, la concentración asciende a un monto de 0.1 a 2 ppm., un aumento de entre diez y doscientas veces superior. Los óxidos de azufre tienen algunos usos benéficos. El dióxido de azufre se emplea como conservante para algunas bebidas alcohólicas y para algunos alimentos, tales como las frutas secas. También se utiliza para suprimir el crecimiento de levadura y bacterias naturales durante el proceso de elaboración del vino. Se fabrican grandes cantidades de dióxido de azufre como materia prima para la producción de ácido sulfúrico, una de las sustancias químicas de mayor uso en la industria. |