Acerca del Agua Lunar
En décadas pasadas se aceptaba que la Luna no tenía agua. Las rocas lunares halladas por los astronautas del Apolo (en regiones ecuatoriales de la Luna), no contenían restos de agua. Los mapas lunares hechos por la nave espacial Galileo , que aparece en esta figura, tampoco encontró rastros de agua. La reciente misión Clementina, una misión de la Fuerza Aérea, hizo mediciones que sugirieron que podría haber pequeñas cantidades de hielo en cavidades de las regiones sombrías de la corteza lunar. Aún cuando se piensa que estas cavidades son pequeñas, el total de agua podría ser significativa, quizás del tamaño del lago Erie.
Esta agua podría provenir de cometas, los cuales chocan contra la luna de vez en cuando. El agua también podría provenir de moléculas de agua individuales, que migraron a las regiones más frías de la Luna, y quedaron atrapadas dentro de enormes cráteres- algunos de 1 400 millas (2 240 kilómetros) de largo, y aproximadamente 8 millas (13 kilómetros) de profundidad- en los polos de la Luna. Debido a la pequeña "inclinación" del eje de la luna, sólo 1.5 grados, algunos de estos cráteres nunca reciben luz del Sol- se hallan permanentemente en la sombra. Esto significa que el agua congelada debe permanecer allí pues, de lo contrario, la energía de la luz solar dividiría gran parte de esta agua en los elementos que la componen, como el hidrógeno y el oxígeno, los cuales se esparcirían en el espacio de inmediato.
Fue en estos cráteres en donde los instrumentos a bordo de la nave espacial Prospector,
hallaron agua congelada. Esta agua-hielo podría ser extraída y separada en hidrógeno y oxígeno por una estación de panel solar con poder eléctrico o generadores nucleares. Tales componentes podrían hacer posibles las operaciones espaciales, así como la colonización de la luna, ya que sería sumamente costoso transportar agua (o hidrógeno y oxígeno) desde la Tierra.